Llevabas tanto tiempo con nosotros que te creía inmortal. Pero ahora te has ido. Has sido un ejemplo de lucha y ganas de vivir, pero 18 años son ya muchos para un perro. 18 años ya desde que fuimos al veterinario mi madre, mi hermano y yo, y a éste se le antojó llevarte a casa cuando te vimos en aquella jaula. "¡Mamá, lo regalan!", y metiste a mi madre en un gran apuro porque ya teníamos otro perro y aún así al final entraste en casa. Yo era un micaco, 8 añitos, así que imaginate el tiempo que hemos pasado juntos, Nico. ¡2/3 de mi vida!
Ahora nos destrozas el corazón, pero debemos darte las gracias. Has sido uno más de la familia y por eso ahora te lloramos todos. Además has luchado hasta el final, demostrando unas ganas de vivir dignas de admiración. Se me viene a la mente cuando te perdiste en el Torcal de Antequera justo cuando nos íbamos. Mi padre ya se rindió a encontrarte pero yo grité tu nombre una y otra vez hasta que apareciste corriendo por aquella escalera de piedra con la lengua fuera, en aquella mueca que te otorgaba un rostro feliz y que has mantenido hasta pocos días antes de tu marcha.
Gracias Nico, descansa en paz. Te he querido como a un hermano, o como a un padre. Nunca te olvidaré, mi gran amigo.