Lejos de ser un inconveniente, en Sagres han sabido aprovecharse del viento y se ha convertido en un destino que atrae a muchos surferos. Incluso hay algunas tiendas en el pueblo dedicadas a este tipo de público. Pero no es el único detalle que denota este buen aprovechamiento. Y es que llama la atención junto al margen de la carretera un circuito de Karts, antes de llegar a Sagres. Nada del otro mundo, hasta que te fijas en que el método de propulsión no es un motor, ¡sino una vela! Lástima que me quedé con las ganas de probarlos, pues podría haber dado más detalles que me pican la curiosidad, como por ejemplo la velocidad que podría alcanzar aquello. En otra ocasión quizá.
No es la única baza de Sagres, pues como en todo el Algarve el contacto con la naturaleza está siempre presente y parece respirarse en cada rincón. Muchas de sus localidades están dentro de algún espacio natural.

Sudoeste Alentejano, Costa Vicentina, Ría Formosa, Sierra de Monchique, Ponta da Piedade... El Algarve se presenta como un lugar ideal para los amantes de la naturaleza y los paisajes agrestes. No dudaría en recomendar recorrer el Algarve en bicicleta. Ecológico y además práctico, pues los carriles para este tipo de vehículo están bastante extendidos. No es raro, de hecho, encontrarse con algún grupo de moteros.
No solo de carriles bici vive el turista, y si prácticos resultan estos, no lo son menos las carreteras. Prácticas, pero sólo eso, pues la calidad de estas sí que dejaba algo que desear.

No obstante no hay población que se nos vaya a resistir, y peaje no hay ninguno. Lo cual es de agradecer. Y eso que estamos hablando de llegar a lo que hace más de 500 años era lo más remoto conocido, el Cabo de San Vicente, visible desde la Fortaleza de Sagres. Su presencia termina de darle a Sagres las pinceladas de un cuadro lleno de historia, encanto y misticismo.
Y de vida nocturna. Oculta a nuestros ojos, víctima de una mala planificación urbanística, se encuentra la chispa que termina por definir Sagres. Bares, restaurantes, miradores, tiendas... Todo aderezado con una nutrida presencia de juventud extranjera, que le da un ligero toque cosmopolita.
Todo esto es Sagres. Pero solo es el principio...
Vistas desde el Cabo São Vicente. Fotografía: Sergio Reyes Corredera